Una de las aportaciones más interesantes que se han llevado a cabo en lo relativo a la terapia cognitiva de los Trastornos Mentales es la Terapia Racional Emotiva (TRE), un modelo estructurado de tratamiento diseñado por Ellis (1976), que se ha aplicado a multitud de problemas clínicos obteniendo extensa evidencia empírica de su eficacia.
En el presente texto pretendemos realizar un breve análisis de sus conceptos esenciales, con el objetivo de que el lector pueda entender la lógica que subyace al modelo y la forma en que éste puede efectivamente aplicarse en contextos terapéuticos muy diversos.
Supuestos de la Terapia Racional Emotiva
El principal supuesto sobre el que se erige el modelo de TRE (que más bien constituye una filosofía integral del ser humano) es que toda emoción está vinculada estrechamente a un pensamiento, y que es la valencia de éste la que determina en última instancia la experiencia emocional. Así pues, la realidad no existiría como un espacio objetivo al margen del prisma del observador, sino que sería precisamente la persona que en ella se desenvuelve la que definiría la naturaleza de su propia realidad a través del modo en que la percibe. Es un hecho bien conocido que una misma situación puede generar respuestas emocionales distintas en las personas que la viven, aunque las implicaciones objetivas sean exactamente las mismas en todos los casos. En estos casos, el único elemento diferencial sería la valoración cognitiva, que actuaría como mediador entre la vivencia de la situación y la experiencia emocional. Es necesario subrayar, además, que la interpretación de la realidad es un elemento adaptativo esencial. De este proceso depende la comprensión de una realidad compleja y multifactorial.
Otro supuesto básico de la teoría de Ellis (estrechamente vinculado al anterior) es que en el ser humano tiende a predominar el pensamiento irracional (o lo que es lo mismo, lo opuesto a lo racional) cuando valora algún aspecto específico de su experiencia vital. Esto se debe a un mecanismo de economía cognitiva a través del cual la persona tiende a simplificar la realidad, obviando gran parte de los matices que resultan esenciales para entender una situación en profundidad (y usando como heurísticos emociones y valoraciones poco exhaustivas sobre los hechos). Los pensamientos irracionales se caracterizan por adherirse escasamente a la realidad objetiva, por su tendencia a los extremos, su inflexibilidad, su resistencia al cambio y su profunda capacidad de afectación en la esfera de lo emocional.
Por tanto, Ellis defendía que serían precisamente estos pensamientos irracionales los que serían responsables de la emergencia de alteraciones emocionales asociadas a situaciones de la vida. Incidía especialmente, como consecuencia directa de esto, en la exploración profunda de los pensamientos de sus pacientes (lo que requería un conocimiento hondo de la dinámica de la mente, una adecuada tolerancia a la frustración, una conducción directiva de las sesiones terapéuticas y un uso equilibrado/sensible del humor). Si algún aspecto de la teoría de Ellis ha trascendido más allá de los círculos científicos éste ha sido su A-B-C, un elemento que apresa la esencia de la TRE y que, por su gran contribución a la terapia cognitiva, nos proponemos detallar en lo sucesivo.
EL MODELO A-B-C
A: Las situaciones
La letra A, en la ecuación de Ellis, hace referencia a aquellas situaciones concretas a las que la persona se ve expuesta a lo largo de su vida. En esencia, se trata de contingencias desprovistas de toda interpretación emocional o cognitiva, que se adhieren únicamente a los elementos objetivos que las constituyen. Éstas pueden ser de naturaleza muy diversa (laboral, familiar, etc,), y en general recogen toda circunstancia que pueda concurrir en la vida de una persona.
El modelo de Ellis difiere de otros planteamientos (situacionistas, concretamente) en que no atribuye una potencial capacidad estresora a la situaciones, sino que en todo caso deriva la responsabilidad al individuo (en función de sus experiencias y su estilo cognitivo/atribucional). Por tanto (siguiendo los pensamientos del autor), las situaciones vitales no tienen capacidad, por sí mismas, de generar una impronta en el estado mental.
Como puede verse, según este autor el elemento causal de toda emoción no es la situación que le ha tocado vivir (al contrario de lo que generalmente las personas tienden a imaginar), sino que los pensamientos juegan un papel fundamental.
B: Los pensamientos
Los pensamientos hacen referencia al discurso interno a través del cual las personas interpretan constantemente las situaciones a las que se van enfrentando. Esta valoración constante obedece a la necesidad de apresar el sentido de la realidad, y permite a las personas sentirse seguras en su entorno. Los pensamientos actúan como elementos mediadores entre la situación y la respuesta emocional, y por ello es necesario tomar conciencia de la naturaleza de nuestras cogniciones para tratar de elaborar discusiones sobre su contenido para ajustarlo en la medida de lo posible a la realidad.
Los pensamientos irracionales constituyen una forma de elaboración mental que se caracteriza por su deficiente ajuste con los parámetros de la situación real. Algunos ejemplos podrían ser:
- Valoración polarizada de las situaciones (siempre/nunca y todo/nada).
- Extracción de conclusiones sin suficientes evidencias para ello.
- Extracción de conclusiones generales a partir de información parcial.
- Pensamiento catastrofista respecto al futuro.
- Desear que todo debe ser perfecto para ser aceptable.
- Creer que las demás personas siempre deben ser justas.
- Minimizar toda evidencia de que uno posee algún atributo positivo.
Sea como fuere, los pensamientos irracionales revelan interpretaciones absolutistas, rígidas, negativas e inasumibles; mientras que los racionales son ajustados, flexibles, realistas y justos. La labor del terapeuta que proporciona tratamiento desde el paradigma de la TRE es explorar estos pensamientos y orientar al paciente hacia formas más ajustadas de entender la realidad.
C: Las consecuencias
Las consecuencias hacen referencia a resultados emocionales que se derivan de la experiencia personal. En el modelo de Ellis, la atribución del origen de las consecuencias juega un papel fundamental. Así, aunque la mayoría de personas tienden a atribuir sus emociones a las situaciones específicas a las que se enfrentan cotidianamente, en realidad éstas se asociarían a aquello que piensan respecto a la situación (a su discurso interno para interpretarla).
Las consecuencias pueden ser muy diversas, y generalmente hacen referencia a respuestas complejas (físicas, psicológicas y sociales). Algunas personas, por ejemplo, cuando se exponen a una situación que perciben como amenazante (social, personal, laboral o de cualquier otra índole) tienden a creer que la cascada de emociones percibidas (tanto físicas, como cognitivas y conductuales) son atribuibles a la situación objetiva, cuando en realidad responden a pensamientos muy concretos sobre esa misma situación y que sirven en última instancia para dotarla de un sentido personal. Así, los pensamientos irracionales, polarizados e inflexibles que se utilizan consistentemente para interpretar la realidad acaban por generar una forma global de percepción en la que predominan las emociones negativas. Estas emociones negativas facilitarán la aparición de trastornos del estado de ánimo, por lo que será necesario trabajar con el paciente para reflexionar sobre aquello que les da origen: sus pensamientos y creencias.
EL DEBATE DE LOS PENSAMIENTOS/CREENCIAS IRRACIONALES
Como hemos visto, el elemento esencial para comprender nuestra experiencia emocional reside en el discurso que mantenemos con nosotros mismos para entender la realidad, esto es, en los pensamientos que emergen ante situaciones concretas de la vida. Ya que habitualmente carecemos de control absoluto sobre aquellas vivencias a las que nos somete el día a día, todavía podemos tener cierto poder sobre nuestro estado emocional siendo conscientes de nuestros pensamientos y aprendiendo a modificarlos para disponer de una percepción más ajustada de la realidad, que alivie nuestras emociones más difíciles.
En el modelo de Ellis, el debate sobre nuestros pensamientos recibía la letra D, y junto a la E (experiencias emocionales resultantes) suponen el dominio esencial en el que puede centrarse una buena terapia cognitiva de trastornos mentales tan invalidantes como la Depresión Mayor, o las expresiones agudas/crónicas de la Ansiedad. Nos disponemos ahora a desarrollar en qué consisten exactamente la D-E de la ecuación completa del modelo de Ellis (A-B-C-D-E)
D: El Debate
Una vez entendido el modelo teórico que fundamenta la Terapia Racional Emotiva de Ellis (A-B-C), el siguiente paso es disponer de conocimientos precisos para incidir en la experiencia interna a través de la modificación de los pensamientos desajustados y las creencias irracionales. Esto requiere una atención minuciosa de lo que se siente, y un esfuerzo importante de auto-diálogo para poner a prueba la veracidad de lo que nos decimos a nosotros mismos en las situaciones que nos resultan particularmente difíciles.
La persona debe aprender a observar su actividad mental, el modo en que ésta discurre y cuales son las situaciones que disparan pensamientos que propician malestar. De este modo, conseguirá desarrollar habilidades de introspección que le permitan conocerse mejor y mediar en su experiencia interna. O en otras palabras, la persona adquiere poder sobre sus emociones y se diluye la creencia de que éstas dependen de coyunturas situacionales incontrolables.
En un contexto de tratamiento clínico, la labor del terapeuta orbita en torno a la atención minuciosa de los contenidos del pensamiento, así como al análisis funcional (qué los mantiene o los precipita). En este sentido, pueden utilizarse auto-registros para el paciente que permitan obtener información detallada de primera mano. Para la reestructuración de los pensamientos se opta por estrategias de corte cognitivo orientadas a motivar la reflexión de la persona y orientarla hacia la modificación de aquellos pensamientos contraproducentes e irracionales que están mermando su calidad de vida.
E: Nuevas consecuencias
Este punto supone el contrapunto al epígrafe C de la ecuación de la Terapia Racional Emotiva, esto es, el modo en que se diferencian las consecuencias para la persona en función de la naturaleza de los pensamientos (pensamientos racionales VS irracionales). Las nuevas consecuencias hacen referencia a cómo se siente una persona cuando se expone a las situaciones críticas que antes le generaban malestar (letra A), pero enfrentándose a ellas con una disposición cognitiva más flexible y racional (letra B).
Conseguir que el paciente reflexione sobre el contenido de los pensamientos, crea firmemente en su papel para mediar en ellos y obtenga, a partir de este punto, una mayor habilidad para extraer experiencias emocionales favorables es el objetivo esencial del tratamiento cognitivo centrado en este modelo teórico. Con esta modalidad terapéutica se hace posible facilitar un contexto vital adecuado para la resolución de conflictos emocionales que el paciente pudiera haber considerado irresolubles.
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